miércoles, 14 de enero de 2009

LA CHICA DE MEXICO..PARTE 2

Ya me sentía cansado del viaje, pero igual sentía las ganas de seguir bebiendo un rato más, no es que me encante beber, solo que quería encontrarle una razón especial para seguir a lado de tan bella mujer. Ella me coqueteaba con los ojos. Yo empecé a jugar con mis manos al vaso que, se encontraba con un poco de licor. Ella me seguía observando. Bueno -le dije, después de un largo silencio- sígueme contando sobre tí: bueno, que quieres que te cuente- reímos-, me respondió, cual fama de atrevida y acento mexicano que tienen para hablar y hacerme pensar que me está gritando.

No sé, que me quieres contar tú, le dije.  Se quedo pensando por un momento; empezó mirándome a los ojos y terminó acosando los detalles que se encontraban alrededor. Sí, había pocas personas a nuestro alrededor.

Vayamos a otro lugar, ya tengo sueño. Le dije, pero primero termina de contarme sobre tí, además, damos tiempo para acabar de tomar los tragos. Me respondió, haciéndome una mueca (torciendo la boca para un lado): No quiero hablar sobre mí pasado. Me interesa más lo que pueda hacer en el presente y en el futuro. Está bien, le dije. Pero notaba algo discordante más que en ella, en su pasado. No insistí más por saber de su pasado, así que cedí a su sugerencia. Nos paramos, dejamos unas botellas en la mesa y seguidamente llamé al mesero. ¿Cuánto es, míster? Son 147 soles, me respondió. Inmediatamente se interpuso la mexicana, cortando nuestra línea de dialogo, que tenía con el mesero: yo lo pago, yo lo pago, recalcó. Me quedé apagado. Lo mire al mesero y le hice un gesto de: bueno, que te pague ella.

El siguiente escenario en el que nos encontramos, era un  hotel, en donde se encontraba hospedada; estabamos en el pásaje que dá a su habitación, para ser más exacto. Miré la hora en mi celular, ya era tarde, las 10 y 30 de la noche.  Le dije: hasta aquí no más termina nuestro recorrido. Me miró con esos grandes ojos celestes, y se acercó a mí, y respirando el mismo aire y con una voz sensual: vamos, entremos a mi cuarto. Me quedé enmudecido. No por no saber que responderle, sino que para hacer algo con cierta mujer tenía que sentir amor, lo cual no sentía ni lo más mínimo por ella, o tener que arrancarme el corazón del pecho de alguna manera, para lograr cometer tal aventura, que de hecho era muy tentador. Le dije, seguro de mí: la verdad que no puedo, pero amo a otra persona y tú, lo sabes. Además el poco tiempo que nos conocemos no merece terminarlo en una cama. Sonrió ante mi respuesta y me repitió lo mismo, cuando nos encontrábamos en la piedra de los 12 ángulos: Me estoy enamorando de tí, Me estoy enamorando de ti, me repitió y agregando: cada vez más, me gusta tu forma de ser. Sus palabras eran muy seductoras, sin contar lo bella que era. No supe que decirle, sentía que debería arrancarme el corazón y responder en actos, sus palabras.

Ella empezó a abrazarme. Se apoyó a mi pecho con sus pechos suaves, blancos y pecosos. Caray, dije dentro de mí ¿Qué hago? Pensaba más en la mujer amada. Moví mi cabeza, diciéndole que no, que estaba mal. No podía hacer algo con ella, mi corazón no la soportaría. Quedó atenta a mi respuesta y me cogió las manos y llevándome a su cuarto, me aseguró, que haríamos solamente lo que yo quisiese. Entramos.

El cuarto era muy acogedor, luces blancas  y amarillas, una lámpara muy bien trabajada con diseños incaicos, y una cama muy bien tendida, que cada vez que la observaba me la imaginaba absolutamente desordenada al amanecer.

No, dije, no. Ella se sorprendió: no qué. No te he ofrecido nada. Le dije, no pasa nada, me encontraba pensando en otras cosas. Concéntrate en pasar la noche y en nuestra amistad. Bueno-le respondí-, ok.

Me ofreció café, estaba muy frío, ella también se sirvió. Nos sentamos en la cama y brindamos por nuestra amistad- ni con el licor lo habíamos hecho-, tomamos hasta la última gota. Ella se echó hacia atrás.

Durante las horas que estuvimos en el bar, le conté que era escritor y que algunas veces me inspiraba para escribir poemas, así que no me consideraba poeta. 

CONTINUA PARTE 3...

ATTE

ENRIQUE CHAZ

No hay comentarios: