martes, 27 de enero de 2009

“El poeta es un ser que lo expresa todo y lo soporta todo”

“El poeta es un ser que lo expresa todo y  lo soporta todo”

Hace tres semanas más o menos. Después de haber leído dos obras: “El retrato de Darían Gray” (Oscar Wilde) y “Llamadas telefónicas” (Roberto bolaños). Cité dos frases: “El artista lo expresa todo” y “El poeta lo soporta todo”, respectivamente. Y que después fusioné, para formar una tercera.

Como sabemos, al decir Óscar Wilde que “El artista lo expresa todo”, nos afirma que en forma general, no existe nunca nada inmoral que un hombre con don artístico no pueda revelar, ya que hasta el sexo te lo puede decir de forma que parezca algo natural y no, como para decir, que este hombre es un ser morboso, no. Por otro lado el Chileno, Roberto Bolaños, con su conclusión “El poeta lo soporta todo” nos anuncia que no es lo mismo decir que “El hombre lo soporta todo” a que “El poeta lo soporta todo”. En palabras propias, el poeta es un ser que puede pasar desamores, penas, desavenencias, soledad y otras cosas, que un hombre común y corriente no lo haría ni soportaría. El artista o el poeta, en particular, es un ser aparte de esta tierra, con una forma diferente de ver y apreciar la vida, que es capaz de soportarlo todo, absolutamente todo.

En conclusión llegué a formar la tercera frase, fusión de las dos anteriores mencionadas: “El poeta es un ser que lo expresa todo y  lo soporta todo”, y lo digo en forma general, porque el poeta hasta la felicidad lo entristece y la tristeza le endulza el corazón para escribir, entonces como decir “porque alguien es capaz de soportar tanto amor y dolor en el corazón ” y no es ni más ni menos, que un ser que lo soporta todo y lo expresa todo, como en una poesía erótica, de una forma artística y exquisita.

A todo esto, ya vemos al famoso poeta Español Gustavo Adolfo Bécquer cuando se divorcia de su musa inspiradora “Elisa Guillén ”a causa de esto, escribe sus afamados “Rimas” expresando el amor desgraciado y el dolor que le causo el abandono de Elisa Guillén

 

“El poeta es un ser que lo expresa todo y lo soporta todo”

“El poeta es un ser que lo expresa todo y lo soporta todo”

Hace tres semanas más o menos. Después de haber leído dos obras: “El retrato de Darían Gray” (Oscar Wilde) y “Llamadas telefónicas” (Roberto bolaños). Cité dos frases: “El artista lo expresa todo” y “El poeta lo soporta todo”, respectivamente. Y que después fusioné, para formar una tercera.

Como sabemos, al decir Óscar Wilde que “El artista lo expresa todo”, nos afirma que en forma general, no existe nunca nada inmoral que un hombre con don artístico no pueda revelar, ya que hasta el sexo te lo puede decir de forma que parezca algo natural y no, como para decir, que este hombre es un ser morboso, no. Por otro lado el Chileno, Roberto Bolaños, con su conclusión “El poeta lo soporta todo” nos anuncia que no es lo mismo decir que “El hombre lo soporta todo” a que “El poeta lo soporta todo”. En palabras propias, el poeta es un ser que puede pasar desamores, penas, desavenencias, soledad y otras cosas, que un hombre común y corriente no lo haría ni soportaría. El artista o el poeta, en particular, es un ser aparte de esta tierra, con una forma diferente de ver y apreciar la vida, que es capaz de soportarlo todo, absolutamente todo.

En conclusión llegué a formar la tercera frase, fusión de las dos anteriores mencionadas: “El poeta es un ser que lo expresa todo y lo soporta todo”, y lo digo en forma general, porque el poeta hasta la felicidad lo entristece y la tristeza le endulza el corazón para escribir, entonces como decir “porque alguien es capaz de soportar tanto amor y dolor en el corazón ” y no es ni más ni menos, que un ser que lo soporta todo y lo expresa todo, como en una poesía erótica, de una forma artística y exquisita.

A todo esto, ya vemos al famoso poeta Español Gustavo Adolfo Bécquer cuando se divorcia de su musa inspiradora “Elisa Guillén ”a causa de esto, escribe sus afamados “Rimas” expresando el amor desgraciado y el dolor que le causo el abandono de Elisa Guillén.

Enrique chaz


domingo, 18 de enero de 2009

La chica de Mexico ...parte 4

Leía el siguiente poema de forma más pausada,  a la vez que miraba de reojo lo que hacía; me empecé a sentir intranquilo. Me puse a pensar que ésta no era la mejor solución para no caer en la tentación, al contrario estaba empeorando, ella estaba logrando poco a poco su cometido.

Mis ojos, ésta vez, estudiaban su cuerpo blanco y delgado, además, de su cabello rubio en libertad. La mexicana respondió de pronto a mi mirada, y me indicó que siguiese leyendo, agregando que le gustaba mi voz y la forma en que leía. Quedé un momento en blanco, pero, reaccioné y seguí con mi declamación, a la vez que pensaba que la poesía de alguna manera, estaba logrando efectos en ella. Así qué, lo único que se me ocurrió como  plan B, era empezar a alterarla.

Era una barbaridad el poema, no, mejor dicho, un desastre total. Giselle se sorprendió al ver que no tenía ritmo ni mucho menos, coherencia y me dijo: que pasa, estaba muy bien el poema. Sin embargo, me di cuenta de algo, sí, verdaderamente estaba atenta a lo que leía. Entonces, era cierta mi suposición sobre los efectos que pueda causar un poema en una mujer. Me quedé mudo y seguí deformando el escrito, hasta el punto que empecé por  hablar indecencias. 

enrique chaz 

sábado, 17 de enero de 2009

La chica de Mexico...parte tres

Ella seguía acostada, boca arriba, en la cama. Después de un momento le ofrecí, dudando: ¿quieres que te lea algo? Levantándose inmediatamente y dibujando una sonrisa en su rostro: sí, dale. Un poema.  Saqué de mi bolsillo uno que escribí  pensando en la mujer amada. Mientras arreglaba el papel para leerlo cómodamente, me puse a pensar rápidamente que sólo tenía dos opciones para  zafarme de tan grande tentación: una era que durante el tiempo que estuviera allí, la llenara de poemas y el otro, caer en la misma tentación, a la vez que  le rendiría honores a la frase del escritor Irlandés, a quien admiro mucho, Oscar Wilde: “La única forma de vencer una tentación es dejarse arrastrar por ella.”

Giselle se puso cómoda en la cama.  Yo agarré una silla y la acerqué, haciendo frente de ella, me senté. Me miró con esos ojos grandes que, por más que no quiera calificarlas, lo hacía; muy a pesar de que, realmente con quién debería vivir estás ocasiones, fuera más bien la mujer que amo. Todo pensamiento o ideal de vida que tenía sobre la mujer amada, se  encontraba a prueba en esos momentos, incluso los efectos que puedan causar los poemas en una mujer.

Bueno, empecé a leer.

Yo leía, ella escuchaba atenta; al parecer.

Mientras seguía leyendo, ella empezó a soltarse el cabello. Yo me detuve un momento a observar lo que hacía, pero continué sin darle mucha importancia.

De repente se despojó de su blusa celeste, la que traía desde la mañana, de forma muy ligera y sensual. Tras quedarse en reposo por un momento y dar un  sorbo muy largo de aire, continuó con su sostén -esta vez yo la quede observando muy atento, sacándome por instante de la concentración-. Seguidamente empezó a dar movimientos muy suaves, muy lentos. Alzó con su mano izquierda su sostén celeste con manchas blanquizcas; le dio tantas vueltas, como si fuese una elipse, hasta soltarlo y dejarlo caer cerca al armario.

enrique chaz

miércoles, 14 de enero de 2009

LA CHICA DE MEXICO..PARTE 2

Ya me sentía cansado del viaje, pero igual sentía las ganas de seguir bebiendo un rato más, no es que me encante beber, solo que quería encontrarle una razón especial para seguir a lado de tan bella mujer. Ella me coqueteaba con los ojos. Yo empecé a jugar con mis manos al vaso que, se encontraba con un poco de licor. Ella me seguía observando. Bueno -le dije, después de un largo silencio- sígueme contando sobre tí: bueno, que quieres que te cuente- reímos-, me respondió, cual fama de atrevida y acento mexicano que tienen para hablar y hacerme pensar que me está gritando.

No sé, que me quieres contar tú, le dije.  Se quedo pensando por un momento; empezó mirándome a los ojos y terminó acosando los detalles que se encontraban alrededor. Sí, había pocas personas a nuestro alrededor.

Vayamos a otro lugar, ya tengo sueño. Le dije, pero primero termina de contarme sobre tí, además, damos tiempo para acabar de tomar los tragos. Me respondió, haciéndome una mueca (torciendo la boca para un lado): No quiero hablar sobre mí pasado. Me interesa más lo que pueda hacer en el presente y en el futuro. Está bien, le dije. Pero notaba algo discordante más que en ella, en su pasado. No insistí más por saber de su pasado, así que cedí a su sugerencia. Nos paramos, dejamos unas botellas en la mesa y seguidamente llamé al mesero. ¿Cuánto es, míster? Son 147 soles, me respondió. Inmediatamente se interpuso la mexicana, cortando nuestra línea de dialogo, que tenía con el mesero: yo lo pago, yo lo pago, recalcó. Me quedé apagado. Lo mire al mesero y le hice un gesto de: bueno, que te pague ella.

El siguiente escenario en el que nos encontramos, era un  hotel, en donde se encontraba hospedada; estabamos en el pásaje que dá a su habitación, para ser más exacto. Miré la hora en mi celular, ya era tarde, las 10 y 30 de la noche.  Le dije: hasta aquí no más termina nuestro recorrido. Me miró con esos grandes ojos celestes, y se acercó a mí, y respirando el mismo aire y con una voz sensual: vamos, entremos a mi cuarto. Me quedé enmudecido. No por no saber que responderle, sino que para hacer algo con cierta mujer tenía que sentir amor, lo cual no sentía ni lo más mínimo por ella, o tener que arrancarme el corazón del pecho de alguna manera, para lograr cometer tal aventura, que de hecho era muy tentador. Le dije, seguro de mí: la verdad que no puedo, pero amo a otra persona y tú, lo sabes. Además el poco tiempo que nos conocemos no merece terminarlo en una cama. Sonrió ante mi respuesta y me repitió lo mismo, cuando nos encontrábamos en la piedra de los 12 ángulos: Me estoy enamorando de tí, Me estoy enamorando de ti, me repitió y agregando: cada vez más, me gusta tu forma de ser. Sus palabras eran muy seductoras, sin contar lo bella que era. No supe que decirle, sentía que debería arrancarme el corazón y responder en actos, sus palabras.

Ella empezó a abrazarme. Se apoyó a mi pecho con sus pechos suaves, blancos y pecosos. Caray, dije dentro de mí ¿Qué hago? Pensaba más en la mujer amada. Moví mi cabeza, diciéndole que no, que estaba mal. No podía hacer algo con ella, mi corazón no la soportaría. Quedó atenta a mi respuesta y me cogió las manos y llevándome a su cuarto, me aseguró, que haríamos solamente lo que yo quisiese. Entramos.

El cuarto era muy acogedor, luces blancas  y amarillas, una lámpara muy bien trabajada con diseños incaicos, y una cama muy bien tendida, que cada vez que la observaba me la imaginaba absolutamente desordenada al amanecer.

No, dije, no. Ella se sorprendió: no qué. No te he ofrecido nada. Le dije, no pasa nada, me encontraba pensando en otras cosas. Concéntrate en pasar la noche y en nuestra amistad. Bueno-le respondí-, ok.

Me ofreció café, estaba muy frío, ella también se sirvió. Nos sentamos en la cama y brindamos por nuestra amistad- ni con el licor lo habíamos hecho-, tomamos hasta la última gota. Ella se echó hacia atrás.

Durante las horas que estuvimos en el bar, le conté que era escritor y que algunas veces me inspiraba para escribir poemas, así que no me consideraba poeta. 

CONTINUA PARTE 3...

ATTE

ENRIQUE CHAZ

lunes, 12 de enero de 2009

La chica de México

     Ella es un chica alta, muy extravagante, muy bella, pero, metida por  completo en este mundo del Hi5, el Facebook , además de tener un blog. Bueno, no digo que sea malo este mundo tecnológico.

Su nombre es Giselle, es mexicana. Nos conocimos en un paseo por el Cuzco. Ella tropezó conmigo de repente en la entrada. Yo llegue caminando, después de una larga y difícil travesía; ella lo hizo en tren. Los dos caminábamos sin rumbo. Ella se adelantó a disculparse, y yo sin queja alguna me quedé imprevisto y  un poco anonadado, por la mujer con la que tropecé: era bellísima, muy bella. La había visto vagamente hace dos días en Oyataytampu, lugar en donde parte el tren hacia la Ciudadela Inca de Machu Picchu , pero no le tomé mucho interés, tampoco pensé encontrarla, ni mucho menos de esta manera. Tartamudeando respondí a sus disculpas: La culpa fue mía, disculpe usted, más bien. No tardamos en presentarnos. Le pregunté cuantos años tenía, ella me respondió: ¿cuántos años me pones tú? Bueno, me demoré en responder, ya que no sabía que decirle, tal vez falle en cuanto a mi suposición. Le indiqué, 18. Ella sacó sus ojos muy afuera de lo normal. Pensé lo peor. Empezó a reír tan fuerte, que por un momento fuimos el centro de la atención. Yo también reí fingidamente. Cuando estuvo más calmada, le dije: pero ¿por qué te ríes? Ella me explicó con unas lágrimas en los ojos de tanto reír:   Es que gracias a tí, tengo menos edad, me siento feliz, gracias amigo, se acercó a mí y estampó un beso con sus labios rojos bien dibujados, en mi boca. Yo quedé lo más desvanecido posible.

Nos encontrábamos por la piedra de los 12 ángulos. Giselle me llevaba de la mano ( a pesar del calor y el nerviocismo que hacía que sudacen mis manos); de repente me tumbó de espalda contra la piedra, y me ofreció hacer algo fuera de lo normal. La chica me siguió sorprendiendo. Yo, una vez más anonadado, no supe que decirle y ella asumió por positiva mi respuesta.

Empezó por acariciarme el cabello y a besarme. Yo no hacía nada, cualquier otro hombre apetitoso de belleza femenina, hubiese hecho lo contrario. Ella cumplía el papel principal, yo un desentendido.

La verdad yo no había llegado al Cusco con esas intenciones. Yo amaba a otra persona, no concretamos el idilio, porque justamente cuando decidí confesarle lo que sentía, ella ya se encontraba a unas horas de viajar a su tierra. Yo no dije más, y me aseguró que ella no era muy creyente de las relaciones a distancia, desechando por completo mis intenciones.

Giselle seguía besándome, yo de un momento a otro (creo yo, reaccionando  mas por el amor que sentía por la mujer amada),  la empuje hacia atrás. Por un instante creí haber hecho mal, y le pedí disculpas. Ella me respondió: no, no te preocupes. Su cabello rubio estaba desordenado, acerqué mi mano para arreglárselo. Ella me cogió la mano y me preguntó, por qué no quería besarla. Le empecé a explicar…

Después de que la puse al tanto de lo que sucedía en mí, me recomendó perderme con ella. Yo no di por asumida su consejo, le dije que no. Ella segura de sí misma: no te preocupes, pronto te olvidaras de ella y me vas a empezar a querer. Le dije: no sé, cual sea tu forma de pensar, pero considero que deberíamos seguir caminos diferentes. Ella, con su acento mexicano: no, no pienses eso, me caes bien y quiero algo serio contigo. Le respondí inmediatamente, esta vez sin titubear: yo solo he venido al Cusco a  conocer, más no, a tener alguna relación con otra mujer.  Sin menospreciar mi respuesta, me dijo: Me estoy enamorando más de tí. Sentía que sus palabras atravesaban mi pecho. Le recomendé que no perdamos mas el tiempo en este asunto y sigamos conociéndonos durante el recorrido.

Ya por la noche, nos encontrábamos en un bar de la ciudad, bebiendo uno que otro trago, caro. 

Esta es la primera parte. Lo continuaré en una próxima publicación y si les llega interesar bastante, no desesperen.

Atte

Enrique chaz

Mil disculpas

Bueno. Disculparan todos aquellos que visitan mi blog, el haberme ausentado después de tanto tiempo, casi un mes. Estuve dedicado  estos días a  proyectos personales, claro, el blog también es uno de ellos. Sin embargo, mi ausencia  más que todo se debe a que estuve meditando lo que pretendo hacer durante todo este año 2009; tuve algunos proyectos al finalizar el anterior año que deseche por completo  para continuar otros (los propuestos en estos días de ausencia).

 Estuve muchos días en el campo, alejado de la ciudad, del ruido, un poco del sistema y de la tecnología, bueno no del todo alejado, tenía mi laptop a la mano, el cual llevé para escribir algunas cosas que me venían a la cabeza, además para escuchar un poco de música peruana: Alborada, Los Kjarkas y otros por ahí, bueno, tampoco del todo fue peruano, estuve también escuchando música reggae, ska. El punk, sí, lo  deje de lado porque no quería mucho ruido, sería irónico querer alejarme del ruido para escuchar otros ruidos, disque más estudiados.

En el último día de campo, estaba pensando que escribir en el blog  y justamente, sin buscar más historias, conversando con una amiga, me acordé de una, que a continuación les cuento: