domingo, 18 de enero de 2009

La chica de Mexico ...parte 4

Leía el siguiente poema de forma más pausada,  a la vez que miraba de reojo lo que hacía; me empecé a sentir intranquilo. Me puse a pensar que ésta no era la mejor solución para no caer en la tentación, al contrario estaba empeorando, ella estaba logrando poco a poco su cometido.

Mis ojos, ésta vez, estudiaban su cuerpo blanco y delgado, además, de su cabello rubio en libertad. La mexicana respondió de pronto a mi mirada, y me indicó que siguiese leyendo, agregando que le gustaba mi voz y la forma en que leía. Quedé un momento en blanco, pero, reaccioné y seguí con mi declamación, a la vez que pensaba que la poesía de alguna manera, estaba logrando efectos en ella. Así qué, lo único que se me ocurrió como  plan B, era empezar a alterarla.

Era una barbaridad el poema, no, mejor dicho, un desastre total. Giselle se sorprendió al ver que no tenía ritmo ni mucho menos, coherencia y me dijo: que pasa, estaba muy bien el poema. Sin embargo, me di cuenta de algo, sí, verdaderamente estaba atenta a lo que leía. Entonces, era cierta mi suposición sobre los efectos que pueda causar un poema en una mujer. Me quedé mudo y seguí deformando el escrito, hasta el punto que empecé por  hablar indecencias. 

enrique chaz 

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