miércoles, 22 de octubre de 2008

Pequeños Grandes Hombres. Perù, lambayeque, chiclayo


La última vez que me puse a escribir sobre mi libro, fue cuando precisamente me sentí vulnerable, con sentimientos encontrados, con pensamientos radicales; toda esa fuerza de alguna manera me inspira a deslizar la pluma.
Uno de eso tantos sentimientos, es ver como niños e inclusive niñas, trabajan en las calles arriesgando su vida ante tantos peligros humanos, ya sea en cualquier labor y motivos muy personales que obligan a hacerlo, son pocos los que se disponen a tan solo pedir propinas. Muchas veces suelo encontrarme a diario por las calles san José y Elías Aguirre, siempre con los mismos niños, y al darles propinas digo interiormente: ¡Qué carajo este país! cada día está peor, los niños son los mas perjudicados, son huérfanos de su propia patria.
Aquellas cosas me consumen.
Realmente quienes me conocen saben que no soy bueno para tolerar estas cosas, quienes me conocen saben que considero insospechable creer que este país pueda hacer algo por ellos, y si lo hacen, lo hacen por un determinando tiempo. Admiro mucho a quienes llevan hacia ellos una sonrisa, realmente son personas muy bellas.
Últimamente leí el plan que lanzaba la multinacional Google, quien ofrecía invertir varios millones de dólares en la mejor propuesta presentada por cualquier persona; a considerar mío creo estúpido este proyecto, porque considero que la mayoría de empresas lo primero que buscan es publicidad, es lo único, "AYUDAR solo es la razón social de PUBLICIDAD", saben que si no hacen labor social no habrá consumo. Creo más bien grato y bien hecho en aquellos grupos que sin ningún interés se forman para ayudar a quienes necesiten un abrazo, un pan y un consejo para la vida.

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