sábado, 7 de febrero de 2009

""El joven hechizado""

                Al joven  hombre le acusaron de  locura. Hace un tiempo cuando caminaba por el bosque se encontró con una mujer de muy bella figura, ojos celestes, alta, de cabellera rubia y de una sonrisa que iluminaba su rostro. Su indumentaria consistía en una pequeña blusa blanca que resplandecía como la nieve y que hacía verso con su piel blanca, además de un pantalón, hecha de una fina tela, lleno de colores claros.  Él le hablo, ella se le acercó. Él no dudo en saludarla. Él respondía a las interrogantes que le hacía con su voz delicada y suave. Las hojas de los arboles parecieron ponerse más verde de lo normal, las hojas viejas se rejuvenecían, y alrededor de ellos empezaron a nacer nuevas plantas. Ella le sonreía. Le pidió que la acompañase por todo su camino, quería caminar por todos los senderos posibles del bosque, conocerlo por completo, durante un mes. El de inmediato le dijo que sí. El joven con una señal  que hizo con su mano, le indicó a que diera el primer paso.

Durante el recorrido conversaban de muchas cosas: ¿De dónde es señorita? ¿Cómo ha llegado hasta este lugar? ¿Cómo se llama joven? ¿Por qué una mujer tan bella andaba sola por el bosque? ¿Porqué un joven como yo podía acompañarle por la vida?...

Él le enseñaba como se llamaban los animales, las flores y  las  plantas, y cuanto bien hacen al mundo (pero ella lo sabía todo y le dejaba al joven que se lo contara).

El primer día se quedaron a descansar entre las ramas, uno distante del otro, hasta el amanecer.  El segundo día ella durmió y él no, porque decidió cuidarla durante la noche de los animales feroces.  Ella aceptó, aunque le insistió que no había problema que descansara.

El tercer día el joven le  acompañó pero muy cansado, tenía sueño, quedándose dormido durante la tarde en un arbusto. Ella le cuidaba.

Al siguiente día, igual. El joven hombre la velaba durante la noche, y él descasaba durante las tardes unas horas, mientras ella cantaba o se quedaba meditando sobre la vida. Así pasaron los siguientes días.

El día veinticinco mientras caminaban por la ribera, él se preguntó  porque desde entonces que apareció la joven bella, nadie había en el bosque, solamente ella y él. Lo pensó por unos momentos pero no le tomó mucha importancia.

Ya para el día 28, el último día del mes. Según ella le explicó en el día 8 del recorrido, que donde vivía ella, seguían la cronología del calendario maya.

Él se puso muy triste al saber que se iba. El joven quiso besar su frente y decirle que se había enamorado de ella, pero no lo hizo, llevando con él una pena muy grande, pero de alguna manera ella le alegro diciendole que regresaría, pero que no sabía cuándo. La joven bella se fue alejando poco a poco, desapareciendo por completo su delgada figura a los pocos segundos.

El hizo lo mismo.

Al llegar le contó a su familia, justificando su ausencia, durante 28 días. Nadie le creyó.  Y todos los días en su cuarto el empezó a escribirle a ella. Guardaba cada escrito en un cajón con llave. A veces la dibujaba en la pared.

Su madre empezó a creer que estaba loco, que alguien le había hecho algún daño, su padre y sus hermanos empezaron a pensar lo mismo, porque hablaba tanto de ella, pero ni siquiera sabía el  nombre de la joven bella.

A veces salía al bosque a buscarla pero regresaba a las pocas horas, sin noticias de ella. Todos en la ciudad no dudaban que estaba loco, y lo empezaron a tildar, como “”el joven hechizado””.

Él no hacía caso a los murmullos de la gente, ni mucho menos su familia, el solo creía en él, y que algún día la volvería a ver, y que declararía su amor a la joven bella y que se casaría con ella y que vivirían cada momento como si fuera el último.

1 comentario:

Anónimo dijo...

maziel: ehhhh mas ensimismado jejjeje....saludos amigos esta bueno,,,y suerte en lo que te propongas....